Tras un 2019 de muy buen nivel aunque con una dolorosa caída ante Flamengo, River empezaba el 2020 al 100% y ganaba 7 partidos al hilo para llegar como puntero al final de la Superliga 19/20. Sin embargo, en los últimos dos encuentros de la competencia, el Millonario no pudo ganar ante Defensa y Justicia ni Atlético Tucumán y terminó saliendo campeón el eterno rival.
Luego, lo conocido: apareció la pandemia y el fútbol sufrió un extenso parate, desde marzo hasta septiembre (ese mes comenzó la Libertadores). A raíz de esta situación, la Copa de la Superliga, que había comenzado y llevaba una fecha, se suspendió definitivamente. También se suspendía el Trofeo de Campeones 2020, que enfrentaría al campeón de la Superliga (Boca) contra el campeón de la mencionada Copa (nunca disputada).
Por esta razón, jamás debió de llevarse a cabo esta especie de desempate entre campeones de la Superliga. Ya en el regreso del fútbol hacia fines de ese año, el deporte más popular sería organizado por la Liga Profesional, creada tras la disolución de la anterior organización. Así, todo pasaba a estar en manos de la AFA de nuevo y se creaba la Copa Diego Armando Maradona, en homenaje al ídolo argentino que falleció ese año.
Fue planificada como una especie de Copa de la Liga con un formato muy rudimentario y complejo, todo para adaptar la competencia al calendario: solo habían poco menos de tres meses para jugarla en su totalidad. No obstante, este campeonato no reemplazaba a la Copa de la Superliga de la temporada 2019-20, sino que era una especie de “transición” hacia lo que se instauraría como temporadas anuales (es decir, que se ajustan al año natural y no de julio a julio, como en Europa).
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Por esto mismo es que esa Copa DAM no clasificaba reglamentariamente a ningún otro torneo ni competencia. Esto es lo que debió defender River desde el principio ante el reclamo de Boca por el Trofeo de Campeones 2020, el cual reglamentariamente no tenía dos competidores, sino solo uno ante la suspensión de la Copa de la Superliga. Además, hay otro dato del que poco se ha hablado: la suspensión de la Supercopa 2021… pero esperemos un poco.
Jamás hicimos mención, aún, a la otra competencia que se da en nuestro país, la más federal: la Copa Argentina. En 2020 se aplazó su realización, pero no fue suspendida. De hecho, se terminó de disputar en 2021 y salió campeón Boca, por lo que se debía enfrentar al campeón de la Superliga 19/20. Al ser el equipo de La Ribera también el ganador, la plaza la ocuparía River, segundo en ese torneo local (esto sucedió, por ejemplo, en 2015, cuando salió campeón el Xeneize en ambos torneos y San Lorenzo disputó la Supercopa).
No hay ni noticias de esta Supercopa, que la AFA había oficializado a fines de 2021 y que se iba a disputar el 16 de marzo de 2022. Sin embargo, ante los reclamos del eterno rival por el Trofeo de Campeones inexistente y la, a su vez, inexistente voz de River en asuntos de nuestro fútbol, jamás se dijo nada de esto y pasó como otra desorganización más.
No lo es. Una final superclásica jamás es una desorganización más. Ante un evento de tal magnitud, debería de haber más claridad y dejar de inventar otros torneos en tierras árabes mientras no se puede organizar una simple Supercopa acá… o tampoco se puede contar algo respecto a la Supercopa 2021.
Ese es el otro punto de la historia, la otra final que le deben a River. El Millonario se consagró campeón de la Liga Profesional 2021 y le correspondía disputar el Trofeo de Campeones 2021 y la Supercopa Argentina 2021. La segunda jamás fue mencionada por nadie, debido a que la Copa Argentina 2021 no existió nunca, por lo que River no tendría rival. Eso sería lo justo, pero no lo es teniendo en cuenta que se inventó el Trofeo de Campeones de Superliga, cuando una de las dos competencias de Superliga no se disputó.
Así, si se inventan las finales para La Ribera pero nunca para Núñez, sería lógico que desde el Monumental se realizara un reclamo, ¿no? Bueno, pues no es así. Los dirigentes del club prefieren callarse y mantener la buena relación casi que personal que tienen con sus pares del eterno rival. Jorge Brito y el resto de los directivos siguen optando por hablar de Grandeza y aplaudir un acto tan patético como regalarle un título al clásico en lugar de defender al club que los eligió como representantes.